Por Daniel 
Al realizar una compra, la mayoría de los consumidores se fija en el precio, la marca o las características del producto. Sin embargo, uno de los aspectos más importantes —y a menudo menos comprendidos— es la garantía. Este derecho, establecido por las leyes de protección al consumidor, asegura que el comprador reciba un bien en condiciones adecuadas y que pueda reclamar en caso de fallas o defectos. Pero, ¿cuánto dura realmente una garantía y qué cubre? Comprender estos puntos es fundamental para ejercer los derechos de manera efectiva.
¿Qué es una garantía?
La garantía es el compromiso legal que asume el vendedor o el fabricante de reparar, reemplazar o reembolsar un producto cuando este presenta defectos de fábrica o no cumple con las condiciones ofrecidas. Su propósito es proteger al consumidor frente a bienes que resulten inservibles o diferentes a lo anunciado.
Existen dos tipos principales:
- Garantía legal: es la establecida por la ley, obligatoria para todos los productos nuevos, sin necesidad de acuerdo previo.
- Garantía comercial o extendida: es la que ofrecen algunos fabricantes o tiendas como valor añadido. Puede ampliar la duración o el alcance de la garantía legal, pero no puede reducirla.
Duración de las garantías
El tiempo de duración depende del tipo de producto y de la legislación de cada país. En términos generales, la garantía legal suele tener una vigencia mínima de seis meses a dos años a partir de la fecha de compra.
En el caso de bienes duraderos, como electrodomésticos, automóviles o dispositivos electrónicos, la garantía suele ser de un año o más. Para los productos perecederos, como alimentos o cosméticos, la garantía se limita a la fecha de caducidad indicada por el fabricante.
Si el producto es reparado dentro del periodo de garantía, el plazo se suspende mientras dura la reparación y se reanuda cuando el bien es devuelto al consumidor. En algunos casos, la reparación o sustitución puede incluso renovar el periodo de garantía sobre la parte reparada o el producto nuevo.
¿Qué cubre realmente la garantía?
La garantía cubre principalmente los defectos de fabricación o falla en los materiales que impidan el funcionamiento normal del producto. En consecuencia, el consumidor puede exigir:
- Reparación gratuita.
- Sustitución por otro igual o equivalente.
- Reducción del precio.
- Devolución total del dinero, si el defecto es grave o no se puede reparar.
Sin embargo, hay limitaciones importantes. La garantía no cubre los daños ocasionados por un uso inadecuado, golpes, caídas, manipulación indebida, desgaste natural o intervenciones no autorizadas. Tampoco ampara la pérdida de accesorios o piezas por negligencia del usuario.
Cómo hacer valer la garantía
Para ejercer el derecho, el consumidor debe conservar la factura o comprobante de compra, ya que es la prueba de la relación comercial. En caso de falla, lo primero es contactar al vendedor o al servicio técnico autorizado y presentar una reclamación por escrito describiendo el problema.
Si la empresa se niega a responder o no cumple con la reparación, el consumidor puede acudir a las autoridades de protección al consumidor, que actúan como mediadores o pueden imponer sanciones.
En algunos países, las compras en línea gozan de las mismas garantías que las presenciales, por lo que el comprador puede reclamar aunque el producto haya sido adquirido por internet.
Conclusión
La garantía no es un favor del vendedor, sino un derecho legal del consumidor. Su duración y cobertura dependen del tipo de producto y del uso adecuado que se le dé, pero siempre debe garantizar la calidad y funcionalidad prometidas.
Conocer sus alcances permite exigir soluciones justas ante defectos y evita abusos comerciales. En definitiva, ejercer este derecho no solo protege al comprador, sino que también fomenta la transparencia, la responsabilidad y la confianza en el mercado.